El grito desesperado de una mamá de 19 años hizo que los policías que iban en un patrullero del Sector 1B se detuvieran en la esquina de avenida Di Pascuo y Lacroze, en el barrio Grand Bourg, el sábado a la tarde.
Ella lloraba, gritaba y mostraba su pequeño hijito de dos años, desvanecido. Sin perder tiempo, los policías subieron al móvil al nene y en el asiento trasero comenzaron a hacerle maniobras de reanimación. El conductor encendió las sirenas y se dirigió al hospital Materno Infantil.
El nene parecía no reaccionar y la madre ya desesperaba. Uno de los policías dio vuelta al pequeño y comenzó a hacerle masajes en la espalda. Cuando la camioneta ya se acercaba al hospital, el nene expulsó una abundante mezcla de mocos y flema. Y lloró. El alivio volvió al corazón de todos los que iban en la camioneta.
Cuando los médicos lo revisaron, le dijeron a la mamá que sin las maniobras de reanimación, su hijito podría haber muerto o quedado con secuelas de por vida. Al salir del consultorio, a la joven le faltaban palabras de agradecimiento para los policías. Y las sonrisas de todos quedaron registradas en una foto.
El Tribuno