POLICIALES

"Por defender con palabras a mi padre me baleó la policía"

Así lo aseguró la víctima de una bala disparada por un agente contra el niño que los increpaba, sobre una calle del barrio Democracia. El disparo provocó una pueblada que terminó con el efectivo herido

"Por defender con palabras a mi padre me baleó la policía"

"Hoy estoy un poco mejor, aunque no entiendo por qué no me quieren operar y sacarme la bala de mi pierna, cada vez que la levanto me duele y me molesta", dijo el alumno de primer año del colegio René Favarolo, alcanzado por un proyectil de una pistola policial accionada en un incidente menor, sobre una calle del barrio Democracia.

El verborrágico y extrovertido Cristian (13), acompañado de su madre Verónica López, dialogó con El Tribuno casi sin reservas y sostuvo que en todo momento estuvo consciente de lo que pasó el Día del Padre a la madrugada.

Al ser interrogado sobre las circunstancias en las que fue herido, Cristian dijo: "Mi papá hablaba bien con los policía, les explicaba que no quería irse de allí, que estaba bebiendo con su hermano y un amigo, pero los policías lo apuraban a que abandone la casa. Cada vez más y más, entonces mi papá entró a sacar algunas prendas y los policías comenzaron a apurarlo como a un animal; sentí rabia y salí antes que mi papá a la calle y les comencé a decir que tenían que ir a tratar así a los criminales, a los ladrones, a los que roban, se drogan y asaltan día y noche por el barrio y no a mi papá que no había hecho nada. Cómo lo van a votar de su casa así como a perro, les dije, y ahí nomás uno de ellos me vació la garrafa de gas pimienta en la cara. Me dejó ciego y casi vomitando. Ahí mi papá reaccionó contra el policía que me agredió y este se fue a la calle junto a los otros. Yo salí detrás de mi papá para detenerlo y entonces hubo tres disparos, casi seguidos. El último me dio a mí, pero antes de sentir el impacto vi que el policía me apuntaba, porque estaba de frente".

El joven estudiante hizo una pausa y luego prosiguió con su relato de los hechos, sin que su madre le recordara nada.

"Me quedé frío, porque no sentí dolor, sino un calor intenso en la pierna y la sangre que me llegaba ya a los tobillos. De ahí traté de llegar a casa de mis tíos que viven al lado de nuestra casa pero entonces varios vecinos y familiares se habían enojado tanto que corrieron a los policías hasta el patrullero. Allí hubo más disparos y comenzaron a llegar más personas, incluso mujeres y chicos. Yo me afirmé a la pared herido y ahí me caí. La pierna no me respondía bien. Nadie me ayudó, la policía pasó al lado mío y me vieron herido, con mi madre pidiendo ayuda, pero no quisieron pedir ambulancia. Me dejaron contra la pared mientras volaban las piedras y los balazos hasta que se hizo un alto el fuego".

Fueron dos vecinos y un hermano de Cristian quienes lo llevaron hasta la esquina donde lo subieron a un patrullero, porque los policías insistían en no llamar la ambulancia.

"Sí, yo reconozco que les dije un montón de cosas pero solo eran palabras de un chico que quería que no se llevaran a su papá. Era el Día del Padre, no se olviden, y me silenciaron con gas pimienta y después de un balazo, pero aquí estoy, dolorido pero vivo", dijo Cristian Alejandro.

El chico, muy entero, afirmó: "Después, en el hospital, apenas ingresé me pusieron una pomada en los ojos irritados por el gas pimienta y luego vinieron los médicos a ver la herida de bala. Yo solo vi que hicieron una limpieza y después cerraron todo".

"El primer médico me dijo que iba a sacar la bala, a la mañana dijeron que era como buscar una aguja en un pajar y así estoy, sin saber si mañana voy a caminar como todos los niños lo hacen. Lo único bueno es que lo estoy contando", aseguró, y se sonrió.

“No lloré, no lo hice”

El chico alcanzado por la bala policial relató que en todo momento quiso ponerse a salvo contra una pared y que lo que pasó después fue una verdadera batalla barrial.
“Todos estaban fuera de sí, llegaban cada vez más policías pero no ambulancias”, confesó.
Luego la madre del jovencito, Verónica López, aportó: “Hay agujeros de balas en varias paredes y los casquillos fueron levantados uno a uno por la policía después de los incidentes. Nosotros teníamos varios pero se los dimos a Criminalística, que los vinieron a buscar. Sabemos que hay otra versión, la de la Policía, pero eso nos tiene sin cuidado porque todos saben lo que pasó aquí. Nunca hubo violencia física de mi marido y menos de mi hijo”. Y añadió: “Cristian, con su expresiva forma de hablar, sin medias tintas, fue lo más ofensivo aquella noche. La violencia devino de la agresión sufrida por él”.

El Tribuno